
Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares clave en Irán —Fordow, Natanz e Isfahán— como parte de una operación militar coordinada con Israel, marcando una escalada significativa en las tensiones de Medio Oriente. El expresidente Donald Trump, quien lidera esta ofensiva, declaró que fue un “éxito militar total”, asegurando que “Fordow se ha ido” y que todos los aviones regresaron sanos y salvos. Agradeció la colaboración de las fuerzas israelíes y exhortó a Irán a “elegir la paz”.
Por su parte, Irán condenó el ataque, lo catalogó como una agresión ilegal bajo el derecho internacional y prometió represalias. El gobierno iraní solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para denunciar el ataque. Mientras tanto, expertos internacionales y funcionarios de Naciones Unidas han advertido que esta acción podría desatar un conflicto regional de gran escala, con implicaciones geopolíticas graves.